Yo soy Laura. Él es Martín. Hace apenas un año que
somos Laura y Martín, pero en este tiempo hemos vivido situaciones tan
intensas, tan radicales, que nos parece que lo somos desde siempre. Juntos, nos
hicimos nuevos.
Martín es el creativo, el de las ideas locas, el de
las propuestas indecentes. Yo soy –se supone- la que pone el cable a tierra, la
sensata, la equilibrada. Se supone.
Hay una frase que surgió desde nuestros comienzos y
que nos marcó el rumbo como pareja: “quiero todo con vos”. Podría parecer una
frase hecha, pero no. A nosotros nos
abrió la puerta a una relación más sincera y libre que cualquier otra que
hayamos tenido hasta ahora; nos permitió confesarnos en voz alta fantasías inconfesables y buscar la manera de hacerlas realidad.
Porque si quiero todo con vos, nada es motivo de prejuicio, crítica o censura.
Martín empezó proponiendo ir a un boliche swinger.
Él había ido un par de veces, antes de
conocerme. A mí me habían hecho propuestas relacionadas con eso, pero nunca se me había cruzado por la cabeza
aceptar. Esa fue la primera vez que se puso a prueba el “quiero todo con vos”.
Fuimos. Solo para ver, en principio. Pero resultó que nos ganaron el ambiente, las ganas, el morbo,
y esa noche vimos, olimos, tocamos… usamos todos los sentidos. Concretamos
nuestro primer trío. O nuestros, porque fueron dos. Uno, olvidable
(literalmente: ni siquiera recuerdo la cara de nuestro partenaire). El otro,
fundacional (ya tendrá su merecido capítulo aparte).
Antes de eso, en realidad, yo le había hablado de mis
fantasías de spankee. Esas cosas que uno no anda compartiendo así como así. Y
Martín resultó ser el compañero ideal también para eso. Por primera vez estuve
en manos de un spanker, y supe que el antes y el después son muy excitantes,
pero el durante puede ser bastante doloroso.
Cada vez nos sentíamos más unidos. Cada vez
compartíamos más secretos. Y hay más,
que ya iremos contando…
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