Que arrancamos con un mademoiselle, que otra frasecita en inglés, que soy tan misterioso, que vos recién empezás con esto de ver qué pasa en la relación de ustedes si te coge otro macho, que estoy medio condicionado por el glamour que compré en liquidación y lo tengo que usar porque si no se vence, y es por eso que me sale decir que anhelo acariciar tus senos turgentes y me muerdo la lengua antes de decir que te quiero chupar las tetas o ¡chupá perra, comete mi pija como te gusta! y te digo apenas que es tan placentero y encima en el tono mas perfecto del león Melquíades y no digo lo que siento y dígo "glande" y otra palabrita en el tono que la intuición me sugiere que va a seducirte.
Pero no, no lo he logrado. Conmigo no ha de ser esa infernal picada hacia el zanjón del morbo donde los cerdos toman sol. Quedará en mi celular tu imagen lamiéndome la pija y en el de tu esposo. La misma imagen dice cosas diferentes para los dos.
Nuestro recorrido por las oscuras cavernas del morbo para prender todas las luces
viernes, 27 de septiembre de 2013
miércoles, 25 de septiembre de 2013
¿Por qué hotwife?
Porque
es ponerle pimienta a la pareja. Porque Martín me lo pidió tanto que no pude
negarme. Porque si lo hago, se calienta. Porque las fantasías están para ser
cumplidas... La lista de razones valederas y que la dejan a una bien parada
ante su propia conciencia (o no tan mal), podría seguir. Pero la razón última y
verdadera es más simple: porque me gusta.
Me
gusta seducir y gustar, me gusta la frescura de la conquista, sentirme
requerida como hembra. Me gustan los encuentros sin más preocupaciones que pasarla
bien. Me gusta coger, sin vueltas.
¿Con
cualquiera? Claro que no. Cuando una está satisfecha, elige qué comer. Es
cierto que hubo ocasiones en que la comida me cayó mal, por no haber tenido en
cuenta todos los ingredientes. Pero la
mayoría de las veces es un banquete, un placer para los sentidos.
Martín participa,
esté o no presente. Yo disfruto ver su expresión mientras me arreglo para salir
o cuando le cuento de alguna charla previa al encuentro. Me gusta darle
detalles y notar cómo eso lo calienta. Me encanta decirle, mientras cogemos, que
su pija es el consolador que uso mientras pienso en otra pija.
Y,
sobre todas las cosas, amo nuestra forma de relacionarnos, tan distinta a todo
lo que conocí antes. Sentirme libre de volcar en la cama (y fuera de ella) todo
lo que me dicta el cerebro o esta conchita mía, cada vez más insolente.
¿Hacia
dónde vamos? ¿Hasta dónde? ¿Hasta cuándo? Quién sabe. Pero hay algo seguro:
cuando algo se mueve, es imposible volver a colocarlo exactamente donde estaba.
Cuando se empieza con estos juegos, no hay retorno.
martes, 17 de septiembre de 2013
Fito Páez
Puede
fallar. Aunque el número tres se asocia a la idea de perfección, Martín y yo
tenemos la evidencia de que un trío puede fallar.
Y lo
peor, es que a veces es demasiado tarde cuando se ve que la noche sensual y morbosa
que se preparó con dedicación y esmero va derechita al fracaso.
Porque
uno tiene la conciencia tranquila… Se dieron todos los pasos necesarios: lectura
atenta de perfiles, selección de los más afines, intercambio de skype, charla/s por chat, un café para conocerse y
ver qué onda… Todo en orden, nada puede salir mal. Error.
Es
cierto que después -en el caso concreto del que hablo- al analizar el porqué del desastre advertimos señales
que en el entusiasmo inicial pasamos por alto: vueltas y más vueltas para
acordar el lugar de encuentro, excesiva preocupación por cómo se dividiría la
cuenta del hotel… Pero hubo un comentario
que nos hizo avanzar pese a esos pequeños detalles negativos: el relato de una
anécdota que pintaba a nuestro tercero como un superdotado (y no me refiero a su
intelecto).
No
somos ingenuos: sabemos que muchas veces las autodescripciones son exageradas, por
no decir mentirosas. Pero ¿puede alguien mentir con algo tan fácil e inmediatamente
comprobable como el tamaño? La respuesta, por desgracia, es sí.
El
comentario previo había sido: “me contacté con una pareja, pero cuando les mandé
una foto me dijeron que con una pija tan grande no iban a poder, que no se
animaban”.
¡¿Taaan
grande sería?! Fuimos al hotel con gran expectativa. Casi no podía esperar a verlo
desnudo para tocar esa maravilla y disfrutarla. Pero cuando por fin llegó el
momento, no encontré qué tocar. Mucho menos disfrutar, claro. La pija parecía
inexistente de tan chica. En un segundo Martín y yo comprendimos la ironía de
aquel comentario, que nuestro amigo nunca llegó a captar. ¿Mecanismo de
autodefensa, tal vez?
A
partir de ahí, todo fue remarla y remarla. Créanme que un turno de tres horas
puede ser una eternidad. La pija chica -¡chiquitísima!- ya era decepcionante,
pero si a eso le sumábamos eyaculación precoz -¡precocísima!- y un no saber qué
hacer más que pajearse mirando a la pareja con la que compartía la cama… estábamos
al horno.
Esa
noche chupé lo inchupable y soporté más tiempo que el soportable que intentara
torpemente darme algún tipo de placer (que se sepa: un dedo puede ser auxiliar
de una pija, pero nunca su reemplazo).
Por su
parecido físico, recordamos a nuestro partenaire de esa noche como “Fito Páez”.
Solo lo recordamos porque nunca volvimos a verlo, por supuesto. No somos un par
de malvados, así que no le detallamos lo mal que lo habíamos pasado. Eso –sumado
a su enorme capacidad de negación– lo
llevó a proponernos nuevos encuentros y aún hoy likea algunas de nuestras
fotos. “¿Se cortó la onda, chicos?”, nos dijo en un mensaje. No, Fito, quedate
tranquilo. ¿Acaso puede cortarse lo que nunca existió?
lunes, 16 de septiembre de 2013
miércoles, 11 de septiembre de 2013
La puerta roja
Una
puerta roja era la consigna. Encontrarnos en la puerta roja. Encontrarnos con
un desconocido con quien, sin embargo, ya habíamos tenido lo que suele llamarse
intimidad.
Aunque
la intimidad es otra cosa. Intimidad de verdad es lo que hay entre vos y yo,
Martín. Esa que te permite decirme que te calientan los cuernos que te pongo
cada día como guirnaldas, como ofrendas; esa que me despabila el corazón y el
sexo para decirte cuánto me gusta que él me tenga ganas y se las saque en mis
tetas, en mi concha, en mi culo y en toda mi piel que tanto le gusta –según dice-.
Llegamos,
decía, a la puerta roja y se abrió la caja de sorpresas. Íbamos a hablar de
sexo y al rato hablábamos de literatura. Empezamos con Benedetti y terminamos
con una penetración doble en un telo cerca de casa. La noche perfecta.
Desde
esa noche, todo fue vertiginoso, excitante, caliente. Y también conflictivo,
doloroso, desesperante. Te gusta y no te gusta. Querés que te cuente y sufrís
porque te cuento. Suplicás detalles y querés volverte repentinamente sordo para
no escucharlos. Odiseo moderno: en cada una de mis salidas, en cada tanguita
que vuelve húmeda y con olor a macho, escuchás el canto de las sirenas que atraen
y matan.
Casi
siempre cogemos a morir cuando vuelvo. Y esos polvos valen la pena el
sufrimiento de escucharme aullar por teléfono, en una cama ajena. Porque en
esos aullidos también estás vos. Siempre. Te amo, maridito mío. Cornudito mío.
lunes, 9 de septiembre de 2013
Todo con vos
Yo soy Laura. Él es Martín. Hace apenas un año que
somos Laura y Martín, pero en este tiempo hemos vivido situaciones tan
intensas, tan radicales, que nos parece que lo somos desde siempre. Juntos, nos
hicimos nuevos.
Martín es el creativo, el de las ideas locas, el de
las propuestas indecentes. Yo soy –se supone- la que pone el cable a tierra, la
sensata, la equilibrada. Se supone.
Hay una frase que surgió desde nuestros comienzos y
que nos marcó el rumbo como pareja: “quiero todo con vos”. Podría parecer una
frase hecha, pero no. A nosotros nos
abrió la puerta a una relación más sincera y libre que cualquier otra que
hayamos tenido hasta ahora; nos permitió confesarnos en voz alta fantasías inconfesables y buscar la manera de hacerlas realidad.
Porque si quiero todo con vos, nada es motivo de prejuicio, crítica o censura.
Martín empezó proponiendo ir a un boliche swinger.
Él había ido un par de veces, antes de
conocerme. A mí me habían hecho propuestas relacionadas con eso, pero nunca se me había cruzado por la cabeza
aceptar. Esa fue la primera vez que se puso a prueba el “quiero todo con vos”.
Fuimos. Solo para ver, en principio. Pero resultó que nos ganaron el ambiente, las ganas, el morbo,
y esa noche vimos, olimos, tocamos… usamos todos los sentidos. Concretamos
nuestro primer trío. O nuestros, porque fueron dos. Uno, olvidable
(literalmente: ni siquiera recuerdo la cara de nuestro partenaire). El otro,
fundacional (ya tendrá su merecido capítulo aparte).
Antes de eso, en realidad, yo le había hablado de mis
fantasías de spankee. Esas cosas que uno no anda compartiendo así como así. Y
Martín resultó ser el compañero ideal también para eso. Por primera vez estuve
en manos de un spanker, y supe que el antes y el después son muy excitantes,
pero el durante puede ser bastante doloroso.
Cada vez nos sentíamos más unidos. Cada vez
compartíamos más secretos. Y hay más,
que ya iremos contando…
sábado, 7 de septiembre de 2013
Como llegamos aquí?
Mi nombre es Martín Amo a mi mujer .Me siento muy amado por ella.
Desde ese amor decidimos ir mas allá en el terreno de la franqueza y decidimos Hacernos de nuevo. Sin mentiras, sin piedad.Sin sutilezas .Sin cortesías. Sin modales y a la vez , sin la ausencia absoluta de ninguna de las cosas anteriores.
Soy un cornudo. Sin atenuantes y este es el momento mas intenso de este estado , porque ha comenzado desde hace relativamente poco. Aún me duele verla irse y en su regreso oler su lujuria .No es suya . Es de su amante .Sus amantes.
Desde ese amor decidimos ir mas allá en el terreno de la franqueza y decidimos Hacernos de nuevo. Sin mentiras, sin piedad.Sin sutilezas .Sin cortesías. Sin modales y a la vez , sin la ausencia absoluta de ninguna de las cosas anteriores.
Soy un cornudo. Sin atenuantes y este es el momento mas intenso de este estado , porque ha comenzado desde hace relativamente poco. Aún me duele verla irse y en su regreso oler su lujuria .No es suya . Es de su amante .Sus amantes.
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