Celos. El motor que
mueve todo este juego. Creo que ni vos sabías, Martín, hasta qué punto
llegarían tus celos. Lo mucho que te motivarían y te harían estar pendiente,
inseguro, expectante, caliente, enamorado, incondicional.
Empezaste a darte a
cuenta –y tal vez a arrepentirte- la primera vez que salí sola con él, sin vos.
Porque a partir de entonces tus celos empezaron a tener un asidero en la vida
real, ya no eran solo fantasías de algo que podría suceder.
Cuando al volver de ese
primer encuentro te conté que ya en el ascensor nos estábamos besando; te dije cómo
él había chupado sin cansarse mi conchita, que se demoraba en acabar para
prolongar ese momento delicioso; cuando no pudiste dejar de notar mi cansancio
y entendiste que te concedía un polvo con el poco resto que me quedaba después
de tanto placer; cuando me imaginaste diciendo “cómo me gusta esa pija”, la de
él... Recién ahí comprendiste en qué te habías –nos habíamos- metido.
No a todos se les
cumplen los deseos. A vos sí: tu mujer, la que tanto te ama, te dice en la cara
cuánto se calienta con otro. En la cara y en la cama. Mientras te coge, te susurra
al oído cuál es su pija preferida: la otra. Te quema la cabeza con fantasías
que la incluyen.
Si pudieras volver atrás,
¿cambiarías algo? ¿O volverías a elegir este infierno/paraíso de celos?
ke locura..!! ke linda locura seba_maduras
ResponderEliminarEs como decís: una linda locura que vivimos juntos. Gracias por el comentario.
ResponderEliminar